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La Giralda, el icono mundial de Sevilla, se adentra hasta el centro neurálgico de la ciudad. Declarada Patrimonio de la Humanidad, es el campanario de la Catedral de Santa María, y a su vez el punto más alto del núcleo urbano (101 m), visible desde cualquier rincón de la ciudad hispalense.
Por otro lado el Archivo de Indias, situado enfrente de La Giralda y construido después de la elección de Sevilla como puerto exclusivo del comercio con América después de su descubrimiento por Cristóbal Colón.
El barrio de Triana. La cuna de cantaoras brillantes como Isabel Pantoja, o, en el campo humorístico, Los Morancos. El escenario de la peregrinación más multitudinaria hasta la ermita de la virgen durante el Rocío. El barrio de la identificación pura con Sevilla, ubicado junto al río Guadalquivir. Sus fachadas y sus patios, son la combinación perfecta para pasar un atardecer y una velada de ensueño.

Sánchez Pizjuán o Benito Villamarín. Dicho de otra manera: el estadio del Sevilla o del Betis, los dos equipos de futbol más importantes de la ciudad. El primero, en el centro de la capital andaluza. Y el segundo, en el sur, cerca de la zona industrial sevillana. Una visita con tranquilidad por sus instalaciones, que en el caso de los nervionenses albergan dos copas de la UEFA, y en el caso de los béticos una liga republicana.
Parque de María Luisa, dónde después de ‘tapear’, el visitante podrá hacer un agradecido descanso. Es casi impensable salir de éste espacio verde sin acudir a su principal zona urbanizada, la Plaza de España, de grandes dimensiones y con una forma semielíptica, que simboliza el abrazo de España y sus antiguas colonias.  Mira hacia el río Guadalquivir como camino a seguir hacia América.
 
Un recinto que conducirá de forma automática el viajero hasta la orilla del mismo río y su puerto fluvial comercial, el único de todo el Estado, a 80km de su desembocadura. Una breve caminata por el paseo, en la dirección contraria a la de las aguas, conducirá el turista hasta la Torre del Oro, de origen albarrán y de un brillo dorada que se refleja sobre el cauce del río, debido a una mezcla de mortero, cal y paja prensada durante su construcción. Es la guinda al pastel particular que proponemos desde El color de Sevilla.
Para aquellos que quieran un remate final, una visita a La Maestranza, la plaza de toros de la ciudad hispalense. El centro de atención de los aficionados a la tauromaquia de todo el mundo durante la Feria de Abril. Su Puerta Grande cierra el recorrido. Un auténtico broche de oro para cerrar un viaje lleno de arte. Un viaje lleno de un color especial. El de Sevilla.